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Descripción

Craig Whitlock
LOS PAPELES DE AFGANISTÁN
EDITORIAL CRITICA

Páginas: 400
Formato: 23 x 15,5
Peso: 0.5 kgs.
ISBN: 978-987-4479-46-4

A diferencia de las guerras de Vietnam e Irak, la invasión estadounidense de Afganistán en 2001 tuvo un apoyo público casi unánime. Al principio, los objetivos eran sencillos y claros: derrotar a Al Qaeda y evitar que se repitiera el 11 de septiembre. Sin embargo, poco después de que Estados Unidos y sus aliados desalojaran del poder a los talibanes, la misión se desvió de rumbo y los funcionarios estadounidenses perdieron de vista sus objetivos originales. El ejército estadounidense se vio envuelto en un conflicto imposible de ganar en un país que no entendía. Pero ningún presidente quiso admitir el fracaso, especialmente en una guerra que había empezado como una causa justa: las administraciones de Bush, Obama y Trump enviaron más y más tropas a Afganistán y dijeron repetidamente que estaban progresando, aunque sabían que no había perspectivas realistas de una victoria absoluta. Los papeles de Afganistán contiene revelaciones sorprendentes de personas que desempeñaron un papel directo en la guerra, desde líderes de la Casa Blanca y el Pentágono hasta soldados y trabajadores humanitarios en el frente. En un lenguaje sencillo, admiten que las estrategias del gobierno de Estados Unidos fueron un desastre, que el proyecto de reconstrucción del país fue un fracaso colosal y que las drogas y la corrupción obtuvieron un dominio absoluto sobre sus aliados en el gobierno afgano. En total, el relato se basa en entrevistas con más de mil personas que sabían que el gobierno de Estados Unidos estaba presentando una versión distorsionada, y a veces completamente fabricada, de los hechos sobre el terreno. Los documentos revelados por The Washington Post muestran, por ejemplo, que el presidente Bush no sabía el nombre de su comandante en Afganistán y no tenía interés en reunirse con él. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, admitió que «no tenía visibilidad de quiénes son los malos». Su sucesor, Robert Gates, fue más tajante todavía al decir: «No sabíamos una mierda sobre Al Qaeda».